Museo Genaro Pérez I Córdoba I Mayo 2016
Sobre la exposición
La exposición individual de Ciro del Barco, titulada “La piedra”, se destaca por reunir una serie numerosa e inédita de vídeo instalaciones. Este artista, quien ha estado experimentando con diversos formatos de vídeo desde el 2001, exhibe trabajos que comparten la característica de utilizar circuitos cerrados, es decir, televisores y cámaras de vídeo interconectadas.
A primera vista, la exposición presenta un acceso ruidoso y sórdido, en parte debido al uso de tecnologías obsoletas y, en cierta medida, por las características del montaje que revela una profusión de cables y conexiones. Sin embargo, es a través de estas operaciones materiales que el artista plantea interrogantes y se acerca a construir una poética profundamente preocupada por la condición humana.
Texto de sala
Ojos / sos todo ojos / que se van a morir / se están muriendo.
Tus ojos / tus antenas / tus dulces aparatos.
Idea Vilariño
Las imágenes técnicas tienen en esta muestra un lugar donde vivir. Es que Ciro parece abrazar las sospechas que recaen en la imagen y en una operación, casi sentimental, se arroja a la agitación que en su pensamiento subyace. Sabe que no tendrá respuestas a sus preguntas, pero esa carencia es el asunto vivo. Sus video-instalaciones son los movimientos continuos que lo que acercan y alejan del sentido, aunque nunca lo suficiente. Su poética es su dialéctica, sus aparatos su fuga.
Aquí no hay especial interés en la producción de imágenes, ni en la discusión sobre la representación, ni en el vínculo con lo real, ni con alguna verdad. La clave parece estar en acercarse a eso que las origina, una premisa que tiene tanto de fe como de pérdida. Acaso por eso la visualidad del montaje sea tan árida. Nos exige superar el cablerío, la primera impresión antipática, ese pequeño esfuerzo por resignar el cómodo acceso se convierte en el pasaje hacia la cuestión pura y dura. ¿Cómo y de qué modo las imágenes nos tocan? Resuena la pregunta que hiciera Didi-Huberman quien continuara una tradición que reconoce a Benjamin y Warburg entre sus filas. La obsolescencia de la tecnología que emplea el artista nos allana el camino evitando las especulaciones formales a la vez que nos desvía respecto de las prácticas del video asociadas a una carrera tecnológica. No son los aparatos cayendo de maduros como frutos del mundo técnico, aquí sucede precisamente todo lo contrario. Son los gestos desesperados del pensamiento que se cuelan en los circuitos cerrados, abriéndolos.