Artistas: Lucrecia Lionti – Valeria López – Santiago Villanueva
Córdoba I Julio 2019
Hay quienes dicen que una colección puede fundarse y vivir bajo criterios tan personales como universales, si bien la lectura en reversa diría que la genealogía de los museos da cuenta de cómo los gustos personales de mecenas conformaron la visualidad del canon –considerando que los museos centrales se basan en colecciones privadas–. En cualquier caso, la deriva turística de tales instituciones no deja de confirmar la centralidad de esas miradas localizadas. Historia particular es la primera exposición de la Colección CML, iniciativa de tres coleccionistas de la ciudad de Córdoba que emprenden el desafío de crear un acervo colectivo, exhibiendo sus primeras adquisiciones en el subsuelo de un edificio en construcción, en una esquina histórica de la ciudad. Sin tensar demasiado el arco, hay a la vista una relación entre la acción filantrópica que se comparte públicamente y el lugar donde esto se realiza: una propiedad privada en su fase constructiva, emplazada en unas coordenadas concretas y simbólicas, caras a las historia provincial como es el cruce de Colón y Cañada. El arco vibra cuando se trata de ir de lo personal a lo colectivo y de la propiedad privada a la vida pública.
Coleccionar, muchas veces, es un goce que se comparte. Todos coleccionamos. Desde libros, plantas, tickets de recitales hasta obras de arte y experiencias, pero en cada caso la posibilidad de constituir patrimonio y dar cuenta de la cultura de una ciudad y de un tiempo, atraviesa retos particulares. Lo curioso es que bajo diferentes formas, parece nunca perder vigencia comunicar las fuerzas a partir de un acervo. Mostrar lo propio, pero también y al mismo tiempo, eso propio puesto en común.
Historia particular reúne obras de Lucrecia Lionti, Valeria López y Santiago Villanueva, artistas contemporáneos de diferentes provincias argentinas, nacidos entre el estreno de Esperando la carroza y la Ley de Convertibilidad. Cada artista cuenta una historia, desde el plano íntimo en el caso de Lionti, a circunstancias de prácticas artísticas locales en el archivo de López, hasta narrativas de la historia del arte argentino, en la instalación de Villanueva.
Colección privada (2014) de Lionti reúne un muestrario de ideas, texturas, operaciones dentro de un gran armazón de bastidores, desde donde resuena el eco de la pintura que sus obras evocan. El ejercicio de conservar una colección personal de diversos materiales guardados por la artista durante un paréntesis temporal breve, disperso aunque intenso. Una Colección privada para evitar que se fugue la memoria chiquita.
Valeria López, con Archivo Colección LSQH (2018) también intenta fijar a través de la investigación un conjunto de obras que, a diferencia de lo anterior, es eminentemente público y se halla en una oficina gubernamental. La artista combate el incierto destino de estas piezas y jerarquiza esa acumulación espontánea e informal al nombrarla como colección. Con el archivo, la artista estudia a sus colegas y se se pregunta sobre la pertinencia de la pintura como instrumento documental.
La instalación de Villanueva, ¡O descifras mi secreto o te devoro! (2016) está compuesta por una pequeña colección de obras de artistas históricos argentinos que adquirió a través de Mercado Libre. Sus aportes a las narrativas menos protagonistas de la historia del arte argentino, se orientan a remover el polvo del canon con un brillo parecido al de las golosinas. Y al mismo tiempo, con el circuito de adquisiciones simplificadas vía internet, el artista contrasta el aparato burocrático. La institución como voluntad.